domingo, 1 de noviembre de 2009
Artículo de Julio Anguita sobre Obama
Hace un año y en estas páginas, comenté los excesos e incontinencias lingüísticas a propósito de Obama. Quien recuerde reportajes, comentarios, tertulias, editoriales y encuestas a pie de calle convendrá que las expectativas creadas en torno al candidato demócrata se asemejaban a lo que el catolicismo define como parusía o segunda venida de Jesucristo al mundo.
El sentido de la realidad sigue perdido ¿Cómo es posible que jefes de estado o de gobierno rivalicen para conseguir siquiera una foto o un saludo con el presidente? ¿Se ha reparado en que apenas se dan informaciones concretas, pormenorizadas y serias de lo hablado, acordado o dispuesto en las entrevistas? ¿Cómo se entiende que países, ciudades y gobiernos consideren que su sola presencia constituye por sí misma un don munífico?
Las candidaturas a los Premios Nobel se cierran el 1 de febrero de cada año. El señor Obama tomó posesión como jefe del estado el 20 de enero. En consecuencia, debemos deducir que la presentación de la candidatura se basaba en predicciones o anhelos pero en absoluto en la ejecutoria del presentado. ¿Qué méritos pudo aducir en 11 días? ¿Qué aportaciones ha hecho a la causa de la paz a partir de primeros de febrero? La justificación al galardón otorgado se basa en las expectativas creadas por los discursos y alocuciones del presidente. En la historia de los Premios Nobel ha habido de todo; incluso concesiones del mismo que incurren en aberración; es el caso de Henry Kissinger. Pero en este caso el Nobel no se otorga a unos hechos o a una ejecutoria correcta o aviesamente evaluados sino que se entrega a un hipotético y esperanzador futurible sin ninguna acción concreta que lo fundamente.
Al día de hoy no hay nada que justifique que el señor Obama sea merecedor del Nobel de la Paz. Afganistán sigue invadido y son bombardeadas sus poblaciones civiles. Cuba continúa aguantando un bloqueo ilegal a pesar de las reiteradas y prácticamente unánimes condenas hechas a EEUU por la Asamblea General de la ONU. Israel prosigue en su política de hechos consumados con la intensificación de asentamientos ilegales de colonos israelíes en territorios palestinos. La extensión de la sanidad a millones de estadounidenses se ve más que cuestionada en el parlamento. El dinero público es derramado cual cuerno de la abundancia sobre las arcas de los bancos responsables de la crisis financiera. Las torturas, violaciones, asesinatos, vuelos ilegales con personas secuestradas no son tratados con la decisión que se anunció y son velados y casi justificados en aras del patriotismo . Si la distensión acordada entre EEUU y Rusia es un motivo ¿por qué no compartir el premio con Dimitri Medvedev?
En esta época la razón, la reflexión, el juicio, la curiosidad por saber, la necesidad de realizarse como ciudadanos y ciudadanas han sido raptados, eliminados, proscritos. Y a cambio de la lobotomía practicada en el cuerpo social hemos sido inmersos en una atmósfera de irrealidad con fuertes dosis de competición deportiva y aderezos de hedonismo prªt á porter . Las naderías más inconsistentes, las frivolidades más vacuas han poseído a la política, la economía, la información y a la cultura creadora de seres humanos como militantes de las virtudes cívicas. El culto a la imagen con escenarios virtuales para espectáculos de efímera duración y de rápida sustitución por otros se ha erigido en la esencia de una filosofía que reniega del ayer y esquiva el mañana. Así, sin historia y sin proyecto, todo es un inacabable presente hecho de impactos visuales, fruslerías culturales y autismo consumista.
Obama ha sido un producto de la mercadotecnia electoral y también una necesidad para las multitudes que ansían cambios y esperan, desde el quietismo mental, el milagro que resuelva en sus laberintos emocionales los impactos de una situación de minusvalía económica, social, política, cultural y ética. En los vericuetos mentales de las personas enganchadas a esta letal atmósfera de anomia y dilución social se confunden las imágenes de Obama y San Martín de Porres. Y en ese sentido, el actual presidente es también una víctima de quienes esperan de él que resuelva unos problemas que son producto de un sistema económico y político como el norteamericano, con sus mafias, grupos de presión, cultura de predestinación imperial, individualismo cainita y rituales democráticos para uso exclusivo de minorías instaladas. El presidente se ha beneficiado de la comparación con su impresentable antecesor. Pero a partir de ahí no pasa de ser el buen muchacho de la oligarquía económica y política norteamericana.
La obamamanía es un hallazgo para los que desde la noche de los tiempos han sabido manipular mentes, conciencias, sentimientos y voluntades para mantener a las sociedades enganchadas al cordón umbilical de la ensoñación, la dependencia moral y la minoría de edad. Pero no nos engañemos la obamamanía es también una metadona eficaz para los que gustan instalarse y recrearse en la letra de la copla que inmortalizara doña Concha Piquer: Prefiero vivir soñando a conocer la verdad .
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