sábado, 4 de diciembre de 2010

LOS CULPABLES SON LOS PARADOS

Al fin se ha descubierto que los culpables del acoso de los mercados a la deuda pública española eran los parados, esos provocadores que han puesto al Estado contra las cuerdas con su manía de hacer una comida caliente al día. Fue anunciar Zapatero que se acabó lo que se daba, que como saben eran 426 euros, y dispararse la euforia en la Bolsa, ya que a los inversores les pasa lo que a la Policía y a los compradores del Media Markt, que no son tontos. Después de atribuir injustamente responsabilidades a los especuladores e, incluso, a la pobre Ángela Merkel, que va camino de ser la abuela que uno siempre quiso tener, resulta que teníamos delante de nuestras narices a los causantes de las turbulencias monetarias, que si nos habían pasado desapercibidos es porque los condenados se están muy quietos en las colas del INEM.
Echemos las cuentas. Si se cumplen las previsiones del Gobierno, el Estado cerrará 2011 con un déficit del 6% del PIB, lo que vienen a ser unos 60.000 millones de euros. ¿Qué cuánto nos costaba ayudar a esta legión de inútiles desempleados sin ninguna otra prestación? 420 millones cada seis meses, es decir 840 millones al año. Si no es por esos 37 empresarios que, sin duda, dieron la alerta a Zapatero este fin de semana en Moncloa, estas termitas gandules nos arruinan sin remedio. Sólo queda felicitar al presidente, infatigable en la defensa del país.
Para completar el plan de ahorro, Zapatero ha puesto en venta una parte de la cubertería de plata del ajuar, estos es, los aeropuertos rentables –Madrid y Barcelona-, cuya gestión se dejará en manos privadas, y las Loterías del Estado, por lo que no es descartable que en un futuro próximo el calvo de la Navidad reaparezca pero con una cara muy parecida a la de Díaz Ferrán. Si esto no termina de tranquilizar a los mercados, es que están de frenopático.
Según Rubalcaba, lo obtenido con las privatizaciones dará un margen presupuestario que podría dedicarse a políticas activas de empleo. Lo de este hombre es impagable. Se entiende que la embajada estadounidense transmitiera de él que es muy capaz, serio, encantador, inteligente, discreto, trabajador, detallista y buen negociador. Para ser Georges Clooney le falta ser guapo, pero hay cosas que ni la diplomacia se atreve a decir en un cable cifrado.
Artículo que firma Juan Carlos Escudier
extraido de diario Público. blog en tierra de nadie

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